El sacerdote no necesita cumplidos o regalos complicados.
Tiene en cambio necesidad de que los cristianos a cuyo cuidado está dedicado, le demuestren, con su amor cada día más entregado a sus hermanos, que él no ha ofrecido en vano su vida.
Y porque sigue siendo hombre, puede tener también necesidad, alguna vez, de un gesto delicado de amistad desinteresada… en esos momentos en que se encuentra solo.
* * * * *
Esta tarde, Señor, estoy solo.
Poco a poco los ruidos en la iglesia se han callado, los fieles se han ido y yo he vuelto a casa solo.
Y heme aquí, Señor, solo. El silencio es duro, la soledad me pesa…
Yo te lo he dado todo, Señor, pero no es fácil.
Es duro amar a todos sin reservarse nadie,
es duro estrechar una mano sin querer retenerla,
es duro hacer nacer un cariño tan sólo para dártelo,
es duro no ser nada para sí mismo por serlo para ellos, es duro ser como los otros, estar entre los otros, y ser otro,
es duro dar siempre sin esperar la paga,
es duro ir delante de los demás sin que nadie vaya jamás delante de uno,
es duro sufrir los pecados ajenos sin poder rehusar el recibirlos y llevarlos a cuestas.
Es duro recibir secretos sin poder compartirlos,
es duro arrastrar a los demás y no poder jamás, ni por un instante, dejarse arrastrar un poco,
es duro sostener a los débiles sin poder apoyarse uno mismo sobre otro, solo ante todos, solo ante el mundo, solo ante el sufrimiento, la muerte, y el pecado.
* * * * * *
Hijo mío, no estás solo: Yo estoy contigo.
Yo soy tú, pues Yo necesitaba una humanidad de recambio para continuar mi Encarnación y mi Redención.
Desde la eternidad te elegí: te necesito.
Necesito tus manos para seguir bendiciendo,
necesito tus labios para seguir hablando,
necesito tu cuerpo para seguir sufriendo,
necesito tu corazón para seguir amando,
te necesito para seguir salvando: continúa conmigo, hijo.
* * * * * *
Heme aquí, Señor. He aquí mi cuerpo, he aquí mi corazón, he aquí mi alma.
-Dame el ser lo bastante grande para abarcar el mundo,
-lo bastante fuerte para poder llevarlo a hombros,
-lo bastante duro para poder abrazarlo sin intentar guardármelo.
-Concédeme el ser tierra de encuentro, pero sólo tierra de paso, camino que no conduzca a sí mismo sino que lleve a Ti.
-Señor, en esta tarde, todo se calla y mi corazón siente la soledad, mientras los hombres me devoran el alma y me siento impotente para darles el pan que los alimente, mientras en mis espaldas pesa el mundo entero con toda su carga de miseria y pecado……
Yo te vuelvo a decir mi “SI”, lenta, lúcida, humildemente, solo, Señor, ante Ti en la paz de la tarde.
Comentarios recientes