Celebrar es hacer memoria… Reflexiones sobre el Sacerdote

El sacerdote no necesita cumplidos o regalos complicados.

Tiene en cambio necesidad de que los cristianos a cuyo cuidado está dedicado, le demuestren, con su amor cada día más entregado a sus hermanos, que él no ha ofrecido en vano su vida.

Y porque sigue siendo hombre, puede tener también necesidad, alguna vez, de un gesto delicado de amistad desinteresada… en esos momentos en que se encuentra solo.

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Esta tarde, Señor, estoy solo.

Poco a poco los ruidos en la iglesia se han callado, los fieles se han ido y yo he vuelto a casa solo.

Y heme aquí, Señor, solo. El silencio es duro, la soledad me pesa…

Yo te lo he dado todo, Señor, pero no es fácil.

  • Es duro amar a todos sin reservarse nadie,

  • es duro estrechar una mano sin querer retenerla,

  • es duro hacer nacer un cariño tan sólo para dártelo,

  • es duro no ser nada para sí mismo por serlo para ellos, es duro ser como los otros, estar entre los otros, y ser otro,

  • es duro dar siempre sin esperar la paga,

  • es duro ir delante de los demás sin que nadie vaya jamás delante de uno,

  • es duro sufrir los pecados ajenos sin poder rehusar el recibirlos y llevarlos a cuestas.

  • Es duro recibir secretos sin poder compartirlos,

  • es duro arrastrar a los demás y no poder jamás, ni por un instante, dejarse arrastrar un poco,

  • es duro sostener a los débiles sin poder apoyarse uno mismo sobre otro, solo ante todos, solo ante el mundo, solo ante el sufrimiento, la muerte, y el pecado.

*   *   *   *   *   *

Hijo mío, no estás solo: Yo estoy contigo.

Yo soy tú, pues Yo necesitaba una humanidad de recambio para continuar mi Encarnación y mi Redención.

Desde la eternidad te elegí: te necesito.

  • Necesito tus manos para seguir bendiciendo,

  • necesito tus labios para seguir hablando,

  • necesito tu cuerpo para seguir sufriendo,

  • necesito tu corazón para seguir amando,

  • te necesito para seguir salvando: continúa conmigo, hijo.

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Heme aquí, Señor. He aquí mi cuerpo, he aquí mi corazón, he aquí mi alma.

-Dame el ser lo bastante grande para abarcar el mundo,

-lo bastante fuerte para poder llevarlo a hombros,

-lo bastante duro para poder abrazarlo sin intentar guardármelo.

-Concédeme el ser tierra de encuentro, pero sólo tierra de paso, camino que no conduzca a sí mismo sino que  lleve a Ti.

-Señor, en esta tarde, todo se calla y mi corazón siente la soledad, mientras los hombres me devoran el alma y me siento impotente para darles el pan que los alimente, mientras en mis espaldas pesa el mundo entero con toda su carga de miseria y pecado……

Yo te vuelvo a decir mi “SI”, lenta, lúcida, humildemente, solo, Señor, ante Ti en la paz de la tarde.

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