Gracias catequista, por responder a la llamada gratuita de Dios que te constituyó en educador de la fe de tus hermanos.
Gracias catequista, porque con tu alegría, disponibilidad, amor y paciencia me ayudas a descubrir la presencia amorosa de Jesús.
Gracias catequista, porque con tu vida sencilla y comprometida me enseñas que el cristianismo vivido al servicio de los hermanos es fuente de felicidad.
Gracias catequista, porque a través del estudio asiduo de la Palabra y de la doctrina de la Iglesia para compartirlo conmigo me liberas, ahora entiendo porque decía Jesús, «la verdad os hará libre».
Gracias catequista, porque lo que me enseñas no es solo el fruto del estudio de grandes volúmenes de doctrina sino tu simple y bella experiencia de fe.
Gracias catequista, porque anunciaste a Jesús no solo con las palabras, sino, también con los gestos, la mirada y el silencio.
Gracias catequista, porque no respondiste a mis preguntas haciéndome creer que sabías mucho, sino, que me ayudaste a entrar en mí permitiéndome escuchar el espíritu que habla dentro de mí.
Gracias catequista, porque me enseñaste a percibir a Dios como Padre y me enseñaste a dirigirme a él como una hija.
Gracias catequista, porque al tener tanta paciencia conmigo me enseñaste a respetar el ritmo de los otros así como Dios hace con cada uno de nosotros.
Gracias catequista, porque me haces vivir el día del catecismo como día de encuentro, de fiesta, de comunidad, de reflexión, un día diferente a los otros.
Gracias catequista, por aceptar las críticas y correcciones sin desanimarte, y por estar siempre en búsqueda de nuevos métodos y experiencias.
Gracias catequista, por escucharme, animarme, exigirme, guiarme a Jesús y hacerme sentir miembro vivo de mi comunidad parroquial, Gracias por ser compañero en el camino de mi fe.
Por esto y por todo lo que aún queda en el fondo de mi corazón. Gracias, muchas gracias. P Roberto
Gracias catequista, por responder a la llamada gratuita de Dios que te constituyó en educador de la fe de tus hermanos.
Gracias catequista, porque con tu alegría, disponibilidad, amor y paciencia me ayudas a descubrir la presencia amorosa de Jesús.
Gracias catequista, porque con tu vida sencilla y comprometida me enseñas que el cristianismo vivido al servicio de los hermanos es fuente de felicidad.
Gracias catequista, porque a través de la meditación de la Palabra y de la doctrina de la Iglesia para compartirlo conmigo me liberas, ahora entiendo porque decía Jesús, «la verdad os hará libre».
Gracias catequista, porque lo que me enseñas no es solo el fruto del estudio de grandes volúmenes de doctrina sino tu simple y bella experiencia de fe.
Gracias catequista, porque anunciaste a Jesús no solo con las palabras, sino, también con los gestos, la mirada y el silencio.
Gracias catequista, porque no respondiste a mis preguntas haciéndome creer que sabías mucho, sino, que me ayudaste a entrar en mí permitiéndome escuchar el espíritu que habla dentro de mí.
Gracias catequista, porque me enseñaste a percibir a Dios como Padre y me enseñaste a dirigirme a él como una hija.
Gracias catequista, porque al tener tanta paciencia conmigo me enseñaste a respetar el ritmo de los otros así como Dios hace con cada uno de nosotros.
Gracias catequista, porque me haces vivir el día del catecismo como día de encuentro, de fiesta, de comunidad, de reflexión, un día diferente a los otros.
Gracias catequista, por aceptar las críticas y correcciones sin desanimarte, y por estar siempre en búsqueda de nuevos métodos y experiencias.
Gracias catequista, por escucharme, animarme, exigirme, guiarme a Jesús y hacerme sentir miembro vivo de mi comunidad parroquial, Gracias por ser compañero en el camino de mi fe.
Comentarios recientes