El salmo describe con tres verbos la actitud del pobre y su relación con Dios.
Ante todo, “gritar”
En una Jornada como esta, estamos llamados a hacer un serio examen de conciencia para darnos cuenta de si realmente hemos sido capaces de escuchar a los pobres.
Lo que necesitamos es el silencio de la escucha para poder reconocer su voz.
El segundo verbo es “responder”
La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de cualquier lugar para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío.
Probablemente es como una gota de agua en el desierto de la pobreza; y sin embargo puede ser un signo de cercanía para cuantos pasan necesidad, para que sientan la presencia activa de un hermano o una hermana.
Lo que necesitan los pobres es el compromiso personal de aquellos que escuchan su clamor: «atención amante», que honra al otro como persona y busca su bien.
El tercer verbo es “liberar”
Me conmueve saber que muchos pobres se han identificado con Bartimeo; el ciego Bartimeo «estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna» y habiendo escuchado que Jesús pasaba «empezó a gritar» y a invocar al «Hijo de David» para que tuviera piedad de él. «Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más fuerte» El Hijo de Dios escuchó su grito: «“¿Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “Maestro, que recobre la vista”»
Esta página del Evangelio hace visible lo que el salmo anunciaba como promesa. Bartimeo es un pobre que se encuentra privado de capacidades fundamentales, como son la de ver y trabajar.
Cuántos pobres están también hoy al borde del camino, como Bartimeo, buscando dar un sentido a su condición. Muchos se preguntan cómo han llegado hasta el fondo de este abismo y cómo poder salir de él.
Esperan que alguien se les acerque y les diga: «Ánimo. Levántate, que te llama»
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