Ser Pobre Las bienaventuranzas

Dios no tiene nada que dar a quien cree que ya tiene  todo.

El pobre es bienaventurado porque tiene las manos abiertas a la espera.

El rico es desgraciado porque tiene las manos cerradas y no espera nada.

Bienaventurado el que espera y consiguientemente tiene la  puerta abierta de par en par.

Desdichado quien, creyendo que ya lo tiene todo, se cierra en casa y baja las persianas.

Solo contempla las cosas que tiene. No oye la música que llega de lejos, no ve la luz que cae sobre las  ventanas.

No se da cuenta de que la vida está en otra parte. Se cree en lugar seguro.

Y no sabe que aquella «clausura» representa una muerte  anticipada.

Cierto. Uno muere en el mismo momento en que ya no espera nada, en que no espera a  nadie. 

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