Bienaventuranzas para hoy…

Más que buscar el cambio del otro, Jesús quiere que cambiemos nosotros.

Un hombre, que tenía un grave problema de miopía, era considerado un experto crítico de obras de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron los lentes en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero esta dificultad no lo detuvo de ventilar sus fuertes opiniones.            
Entraron a la galería y comenzó a criticar las diferentes pinturas.

Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo.

Con aire de superioridad dijo:

«El marco es completamente inadecuado para el cuadro.

El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa.

En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto»

El hombre siguió su crítica… hasta que su esposa logró llegar hasta él… lo apartó discretamente para decirle en voz baja: «¡¡¡Querido, estás mirando un espejo!!!»       
Debemos mirarnos en el espejo más a menudo, es necesario hacer a un lado el orgullo, porque solo con humildad podremos ver nuestros defectos y corregirlos.

  El que encubre sus faltas no sale a flote; el que las admite con humildad alcanzará misericordia y crecerá como persona.

Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron y se pelearon.

Uno, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:

«Hoy, mi mejor amigo lastimó mi corazón con palabras y actitudes»

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.

El que había sido lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo.

Al recuperarse, tomo un estilete y escribió en una piedra:

«Hoy, mi mejor amigo me salvo la vida»

El amigo pregunto: ¿Por qué después de que te lastime, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?

 Sonriendo, el otro amigo respondió:

«Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargaran de borrarlo y apagarlo.  

Pero, cuando nos pase algo lindo y hermoso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde el viento no podrá borrarlo»

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