Camino de la Cruz… Y el cura Brochero marcado con ella

Camino de la Cruz… Y el Cura Brochero, marcado con Ella.

Este «Camino de la Cruz» (Vía Crucis)… y el Venerable José Gabriel del Rosario Brochero «marcado con Ella» es una propuesta para ponerse frente al Señor, despojado, sin condiciones, sin protocolos ni maquillajes, y encontrarnos allí donde nos espera, para escuchar la palabra que tiene para cada uno de nosotros.

El Señor no defrauda, no se deja ganar en generosidad: «quien lo busca encuentra, a quien golpee la puerta se le abrirá» El texto básico fue escrito por el Pbro. Luís Denardi de Córdoba.

Deseamos que, como el Cura Brochero, cada uno pueda escuchar en su corazón: «El Señor está allí y te llama» y así, lo sigamos imitándolo.

Dice el Señor «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, y que cargue con su cruz cada día y me siga»

– Señor, ayúdanos a estar dispuestos a seguirte en tu doloroso camino de la cruz.

– Permítenos asociar a tu Pasión, la vida de nuestro Venerable Cura Brochero, marcada también con la cruz.

PRIMER PASO: JESÚS CONDENADO A MUERTE


PRIMER PASO: JESÚS CONDENADO A MUERTE
  Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

– Condenado Él, para que vos no seas condenado.
– En Cristo Redentor el Padre te mira y te absuelve.
– Quiere amar en vos lo que ama en su Hijo.
– «Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna» (Jn. 3,16).
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
Identificado con Cristo en la Pasión, el Cura Brochero siguió los pasos del Señor. Sufrió juicios injustos, como lo expresa en sus cartas:
«A los muchos… que, innumerables veces, me han increpado porque me juntaba y daba confianza a los Señores A o B, que eran tan escandalosos y pecadores, yo les contestaba: porque a pesar de sus pecados y escándalos me ayudan en mis benéficas empresas»…» y no los iba a correr con la Cruz y el agua bendita» (Carta: 2-2- 1907).
 
Se rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria.

SEGUNDO PASO: JESÚS CARGA LA CRUZ

SEGUNDO PASO: JESÚS CARGA LA CRUZ
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
  En la Cruz fuimos salvados.
Por una Cruz fuimos reconciliados.
Y también, hermanos, todos tus días están marcados por la Cruz.
Tus trabajos, para que tengan valor redentor, tus pecados para ser perdonados.
Esa espina en tu carne, ese ángel de Satanás que te abofetea, la humillación de no ser como Dios te quiere: es tu Cruz.
Pero, como San Pablo, debes decir, «Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col. 1, 24).
Cruz. Tu Pascua. Es la Cruz y es el Gozo. Como la del Señor.
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
Al Cura Brochero se le propuso la voluntad del Padre. Fue elegido. Para servir. Dijo su «Sí».
Para estar entre «los gozos y esperanzas» de su pueblo. Para llevarles a todos la Salvación en la Palabra, en los sacramentos, en el testimonio.
Así pudo escribir «Doy gracias al Señor porque me eligió» (Carta: 6-10-1910)
Y el Cura Brochero abrazó la cruz. Y supo llevarla con fortaleza y alegría.
Dejó la Ciudad de Córdoba, en donde tenía un trabajo más tranquilo, y aceptó el nombramiento de Párroco en una región lejana, en Traslasierras de la Provincia de Córdoba, con distancias enormes; y, «en lo moral, una selva».
 
Se rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria

TERCER PASO: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ


TERCER PASO: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
Por tus caídas en el pecado.
Tus repetidas caídas.
Todas juntas sobre Cristo, caído.
«Hecho pecado» por tus pecados.
Olvidado de Dios, perezoso para acercarte a Él, perdiendo tu vida en pavadas, orgulloso de tus pecados.
O, sin fuerzas, para decir: «Me levantaré y volveré a la casa de mi Padre»
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
El Cura Brochero, en diversos momentos de su vida, sintió el peso del trabajo, la fatiga de los viajes, el rigor del frío de las sierras y el calor en los llanos, los ojos que no ven, las manos que no pueden tomar la hostia en la Misa, «el dolor al arrodillarse y más al levantarse» (Carta: 28-10-1913), pero él nunca se quejó, más aún, dio gracias a Dios porque en los años de Párroco gozó del uso de todos los sentidos.
 
Cuando se siente caído, se va a otras provincias a predicar a «esos pobres que me recibirán muy bien», o de vuelta de Nono, lo esperan en San Lorenzo para sacramentar un enfermo. Y dice al hombre que lo busca: «Tomo un caldito y salimos»
 
En sus cartas, ungidas de amor a sus pobres, lo vemos siempre actuar con fortaleza, con entrega total.
 
Se reza: Padre nuestro, Ave María, Gloria

CUARTO PASO: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE


CUARTO PASO: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
 
– Jesús con su Madre: también es tu madre. Él te la dio.
– De su mano encontrarás a Cristo Redentor.
– Ella camina con vos.
– Ella te mostrará el fruto bendito: Cristo Redentor.
– Ella te enseña el camino más corto y fácil para llegar a su Hijo.
– Ella puede hacerte, cada vez más, hijo en el Hijo.
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
El Cura Brochero sintió siempre la presencia y el amparo de la Virgen.
A Ella recurría en los graves problemas. La encontró cerca de él. Dulzura en la soledad, alivio en esos dolores del corazón, que el seguramente sintió, cuando joven y en la heroica ancianidad. Brochero la vio con él.
Desde la primera misa en la capilla de Nuestra Señora de Loreto, en el seminario y en la Universidad, que llevaba el patronazgo de la «Inmaculada Concepción», a quien los alumnos nombraban: «La Purísima»
Así escribirá: «Lo espero en Dios y en la Virgen Purísima» (Carta: 5-6-1893).
Ya ciego y muy solo, celebrará diariamente la Misa de la Virgen, en su piecita y rezará el Rosario «por los hombres pasados, presentes y los que han de venir en el porvenir» (Carta: 28-10-1913).
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria

QUINTO PASO: JESÚS ES AYUDADO A LLEVAR LA CRUZ.

QUINTO PASO: JESÚS ES AYUDADO A LLEVAR LA CRUZ
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
– Alguien es obligado a llevar la Cruz, para que Cristo no muera en el camino.
– Una persona tuvo asco de llevar la Cruz manchada de sangre.
– Hermano: ¿Tienes vergüenza de ser cristiano?
– ¿Vergüenza de haber sido marcado con la Cruz del Señor?: en tu Bautismo, en tu Confirmación.
– ¿Tienes vergüenza de que la cruz de la absolución te perdone los pecados?
– La Cruz… Por ella nos vino la redención. Por tu Santa Cruz, redimiste al mundo.
– Cruz glorificada y glorificante (Gál. 6,14).
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
El Cura Brochero cargó la Cruz de Cristo, ayudando a sus feligreses en sus necesidades espirituales y materiales.
Como San Pablo, él podía decir: «¿Quién llora, que yo no llore?» (cfr. 1Cor. 9,22).
Y tomó sobre si la solicitud de toda la Parroquia y los problemas de todo Traslasierras.
 
Siempre aparece como el Cireneo, cargando la cruz de todos. Brochero, en sus cartas, como sacerdote del Señor, canta el gozo y la misericordia de haber sido elegido, para ayudar a llevar la cruz.
Y así fueron sus años. Marcados con un indecible amor agradecido y señalados por la cruz y la entrega.
 
En una de sus Cartas, escribe: «Pido a Dios me saque de este planeta o confesando o predicando el Evangelio» (Carta: 2-2-1907). Sirviendo. «Nosotros trabajamos por amor».
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria

SEXTO PASO: JESÚS DEJA GRABADO SU ROSTRO EN EL LIENZO QUE LE TIENDE UNA MUJER


SEXTO PASO: JESÚS DEJA GRABADO SU ROSTRO EN EL LIENZO QUE LE TIENDE UNA MUJER
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
– Hermano, imagen de Cristo, configurado por Cristo por el Bautismo y la Confirmación.
– ¿Qué se ha hecho en vos ese rostro de Cristo? – ¿Es el rostro en que se mira el Padre?
– ¿O es tu identidad cristiana, desfigurada por el pecado, por criterios mundanos?
– Hermano, deja que Cristo grabe, de nuevo, su imagen en tu persona por la absolución sacramental.
– Deja que el Padre mire y ame en vos el Rostro bendito de su Hijo
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
El Cura Brochero se hizo cargo del dolor de todos sus hermanos.
No había distancias, ni calor o frío, que le impidieran servir a los enfermos, aún con peligro de su propia vida.
Y en todos los años de su ministerio, supo limpiar de pecados y vicios el rostro de sus amigos (como él los llamaba) para que en ellos brillara de nuevo el «Rostro de Cristo». Siguió el ejemplo de Jesús. Fue buen pastor.
 
No esperaba que le vinieran a pedir, él iba en busca de la necesidad y de los necesitados, y les procuraba todo lo que estuviera en sus manos. Como sacerdote de Cristo, estuvo al servicio de todos. En especial los más carentes de todo: los pobres, los enfermos, los encarcelados. Se hizo todo para todos, lleno de bondad y de alegría, llevándoles la paz de Dios.
Así les devolvía el «Rostro de Cristo»
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria

SÉPTIMO PASO: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ


SÉPTIMO PASO: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
– Hermano: caído y atado a tus pecados.
– Como si ya hubiese acabado el camino.
– Como si ya todo hubiese terminado.
– No. Todo comienza a cada momento.
– Como a Lázaro muerto, Cristo te grita: « ¡Ven afuera!… Desátenlo para que pueda caminar» 
– Levántate de tu pereza, camina a la Iglesia, tus pecados serán perdonados.
– Cristo cae para que vos te levantes.
– El se agacha hasta el suelo y te levanta entre sus manos.
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
También en la vida del Cura Brochero, la cruz se fue haciendo cada vez más pesada.
Se vio privado de la vista, del tacto, con dolores muy agudos por la «miasis».
Sintió el fracaso de su ilusión del tren que cruzaría el inmenso Valle. Lo hirió la actitud de los amigos que lo abandonaron.
Pero él quiso ser fuerte y brioso como «el caballo chesche que murió galopando».
Así lo afirma en la carta escrita tres meses antes de su muerte (28-10-1913).
 
Para él la vida del sacerdote debe estar sembrada de gestos de abnegación, como la de Jesús, y estar dispuesto a luchar y trabajar por el Reino de Dios, más allá de las dificultades y contratiempos.
Para él, el más grande premio era morir luchando por Cristo, en el ejercicio fiel del ministerio encomendado, como párroco.
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria.

OCTAVO PASO: EL SEÑOR HABLA A UN GRUPO DE MUJERES QUE LLORAN POR EL

OCTAVO PASO: EL SEÑOR HABLA A UN GRUPO DE MUJERES QUE LLORAN POR EL

Te adoramos, Cristo y te bendecimos.Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.

– «No lloren por mí, lloren más bien por ustedes y por sus hijos» (Lc. 23,28).– Dejen que esa sangre corra hasta que regenere a todos los hombres.

– Matrimonio destruidos, hijos muertos antes de nacer, infidelidades, ruptura con Dios. – Pidan perdón. Hay gracia para todos en Cristo Jesús.

Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.

Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.

El Cura Brochero siempre tuvo gestos y palabras de consuelo y aliento para todos los que sufrían. Para eso recibió la Ordenación Sacerdotal y una misión.

Él lo dice en sus Cartas: «…Yo bien comprendo que la carrera eclesiástica se toma, para trabajar en bien de los prójimos hasta él último [momento] de la vida, batallando con los enemigos del alma como los leones, que pelean echados cuando parados no pueden hacer la defensa» (Carta: 19-11-1889)

Un testigo afirma: «Mi padre le oyó decir muchas veces al Señor Brochero que no le importaba sufrir todo aquello, con tal de salvar almas»

El santo Cura nunca se rebeló contra la voluntad de Dios, sino más bien, se asoció a los sufrimientos de Jesucristo. La gente de mal vivir, bandoleros y perseguidos por la justicia, fueron también preocupación constante del Cura que, como el pastor detrás de la oveja descarriada, fue en su búsqueda para curarla y traerla a la querencia.

En el corazón Sacerdotal de Brochero cabían todos y en él encontraban paz, perdón, consuelo y fortaleza. Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria.

NOVENO PASO: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

NOVENO PASO: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
– Es la cruz de la reconciliación.
– Por Cristo, podes volver a la amistad del Padre.
– Dios está en Cristo reconciliando al mundo por su Sangre.
– Decile a Dios: «Levántame, recíbeme en tus brazos, porque Jesús va muriendo para reconciliarme con Vos»
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
  Brochero sintió el cansancio.
Pero siempre estaba pronto para salir a ayudar al prójimo: en los Ejercicios Espirituales, en las escuelas, en traer el agua por los chiflones para la plaza y Casa de Ejercicios, para la comunidad de las Hermanas Esclavas y las alumnas.
No se podía esperar a los gobiernos. Había que hacerlo todo. Sin prisa y sin pausa.
 
Nunca se cansó. Pasó haciendo el bien. Se tiró al río crecido para sacramentar a un enfermo.
Fue al Tucumán a misionar en los ingenios y poblaciones.
En la Penitenciaría, en Córdoba, los presos eran para él según decía: «Sus hijos espirituales».
Recorrió cientos de kilómetros para salvar a Guayama, a quien el Cura llamaba: «Manso cordero y buen amigo» («El Cura Brochero: cartas y sermones».- Conferencia Episcopal Argentina, Nº 431).
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria

DÉCIMO PASO: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

DÉCIMO PASO: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
– Todo se va aprontando para la Crucifixión.
– Desnudo. Al quitarle sus ropas, se abren las heridas de los azotes.
– La sangre de Cristo cae sobre todos los hombres, sangre de Redención, de fecundidad, de esperanza.
– Cae sobre vos que aún estás cerrado al amor de Dios.
– Que caminas en la venganza, en el rencor, en la indiferencia.
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
El Cura Brochero lo dio todo.
Fue pobre, pudiendo ser muy rico.
Fue un ardiente evangelizador, de los pobres.
Se dio todo a todos. Su tiempo, sus fuerzas físicas y morales. Su sabiduría. «Aquí estoy para todos, siempre que yo haga falta»
De vuelta a Villa del Tránsito (hoy, Villa Cura Brochero, Dpto. San Alberto, Córdoba), para morir, le escribe a su Hermana Aurora: «Pídale a las hermanas lo necesario para decir Misa en la piecita. Y busquen unos pesos para darle a los pobres, que con seguridad vendrán para que los surta» (Carta: 13-11-1911).
No le quedó nada: lo dio todo.
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria.

UNDÉCIMO PASO: JESÚS ES CRUCIFICADO

DECIMOPRIMER  PASO: JESÚS ES CRUCIFICADO
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
– Sangre de sus manos y pies.
– Esa sangre entra misteriosamente en el corazón de todos los que hemos acompañado en este día a Jesús.
– Esa sangre se vuelca sobre todos los que sufren y esperan.
– Sobre los que padecen soledad y no saben nombrarlo a Cristo.
– Sobre todos los hombres se derramó esa sangre, la sangre de Jesús llamando a una Vida Nueva.
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
El Cura Brochero también, ahora esta clavado en su cama, entregando su alma al Señor. Él, que fue el hombre siempre de acción.
El hombre de todos los senderos. Amando. Sirviendo.
Ya están clavados, sus pies siempre prontos a partir.
Con urgencia de estar en todo, con todos, en su irrenunciable donación misionera. «Ahora me encomiendo a la Misericordia de Dios. Los papeles ya están rotos y de boca nadie cobra» (cfr. Summ. 64;36;86). Ni así descansa.
 
Reza por los hombres pasados, presentes y los que vendrán en las generaciones futuras.
El corazón, libre, abraza a sus serranos. «He podido pispar – dirá Brochero – que viviré siempre en el corazón de los serranos, puesto que la vida de los muertos está en el recuerdo de los vivos» (Carta: 8-11-1905).
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria.

DUODÉCIMO PASO: JESÚS MUERE EN LA CRUZ


DECIMOSEGUNDO PASO: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
  – Muere en la cruz para comenzar un Mundo Nuevo en el amor.
– Este mundo nuestro, este que nos toca vivir, esta historia nuestra, dolorosa y sufriente; pero tan llena de Esperanza.
– Ayúdanos a construirla en el amor.
– En la fecundidad cristiana del amor.
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
José Gabriel del Rosario Brochero, como Jesús está dando su última lección.
Él, como sacerdote, hizo bajar la Palabra al corazón y la vivió en la fecundidad de la contemplación, en la alegría del amor compartido, en el surco abierto y la semilla que muere, en la Palabra proclamada, en la Palabra que salva, en la Palabra que se hace carne.
Brochero, en especial en sus últimos años, llegó a una muy profunda contemplación.
Ya ciego, se hacía leer la Palabra para meditarla y después predicarla.
Tuvo el don de entregar a Cristo en su Palabra, como predicador y catequista, y no solo tuvo la gracia de transmitir la palabra, sino también de hacerla viva y operante.
 
Esta es la lección final, entregado a la voluntad del Padre. Va a dar el «Paso»: es su Pascua.
Va al encuentro del Señor, de la Virgen y de todos los que llegaron a Dios gracias a su misión pastoral cumplida.
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria.

DECIMOTERCER PASO: JESÚS ES LLORADO POR SU MADRE


DECIMOTERCER PASO: JESÚS ES LLORADO POR SU MADRE
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
– Su Hijo, muerto en sus brazos.
– María, Virgen del Dolor, de la soledad y la Esperanza.
– Entregándolo al Padre. Por la salvación de todos, en su Iglesia.
– Quedó sola esa tarde, pero esa soledad es máxima Presencia, es Esperanza.
– La soledad de María significa Encuentro con el Padre, reconciliación y perdón entre los hermanos.
– Con María, la que esperó cuando todos vacilaban, nosotros seguiremos caminando, de su mano, en este tiempo difícil.
 
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
Allí esta «la Piedad». Ella para siempre junto al Hijo.
Manifestación de la ternura maternal de Dios.
Ella, para abrir los ojos ciegos de Brochero, eternamente despiertos en la Luz. La Virgen, a quien solamente el Cura Brochero se confiaba con corazón de hijo.
Ella, que le fue enseñando, poco a poco, lo que significa la elección de Dios solo, a aquellos que lo han elegido a Él, como única herencia.
Ella, que ayudó a Brochero a tomar decisiones: en su Ordenación, en la construcción de la Capilla de Ambul.
Ella que hizo que su sacerdocio, no importara los años, fuera siempre joven, con fortaleza heroica.
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria
  

DECIMOCUARTO PASO: JESÚS ES PUESTO EN LA TUMBA

DECIMOCUARTO PASO: JESÚS ES PUESTO EN LA TUMBA
 
Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
– Una «tumba nueva»; como jamás se había visto
– Una tumba, que en vez de sepultar una muerte, engendra una vida.
– Esperanza guardada y contenida en esa tumba, por tantos que se durmieron deseando descansar en Paz.
– Todo allí huele a bálsamo; a ese buen olor de Cristo que está por estallar en la plenitud del vivir.
– La muerte va cediendo lugar a la vida.
– La noche va pasando.
– Y en la tumba nueva, la mañana del Domingo, ya se avecina.
Salmo 51: ¡Piedad, Señor, pecamos contra Ti!
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior mi inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados; aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
 
A lo largo de su camino de la Cruz, siguiendo al Maestro, el Cura Brochero aprendió a ser un hombre de Dios para su pueblo.
Un sacerdote, pastor entregado a Dios y por eso supo comprender a sus hermanos.
Un Párroco, lleno de caridad pastoral, en el trabajo perseverante por la salvación y promoción de sus amigos.
Su entrega fue total.
Identificado con Cristo en la Pasión.
En espera y esperanza de la Resurrección y de su glorificación en la Iglesia.
Porque la Iglesia, Pueblo de Dios, se goza en la santidad de sus miembros.
Roguemos para que la Iglesia manifieste pronto, la humilde y heroica santidad del Cura Brochero, que fue fiel y a su modo, quedó, como una luz para indicar el camino de Dios a todos los hombres.
 
Rezamos: Padre nuestro, Ave María, Gloria

COLOQUIO ANTE JESÚS CRUCIFICADO


COLOQUIO ANTE JESÚS CRUCIFICADO
 
«Es verdad que, Nuestro Señor Jesucristo, nos muestra el estandarte de la cruz, bajo el cual debemos militar, pero juntamente nos avisa:
 

–       
que en la cruz, está nuestra salud y nuestra vida;

–       
que en la cruz está la defensa de nuestros enemigos, y la gracia de las consolaciones celestiales;

–       
que en la cruz se halla la fortaleza del corazón, el gozo del espíritu, la perfección de las virtudes y la esperanza de la bienaventuranza eterna…
 
Escojo antes padecer contigo, que gozar con el mundo.
 
Alistarme entre tus más valientes soldados, y armarme con el escudo poderoso de vuestra gracia, para alcanzar la victoria no sólo de mis enemigos, sino de mí mismo y reinar contigo en la gloria»
 
(De la Plática «De Dos Banderas» predicada por el Venerable José Gabriel del Rosario Brochero.- Ejercicios Espirituales de San Ignacio Nº 136 ss)

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