2019 Jornada Nacional del Enfermo

MENSAJE DE MONSEÑOR FASSI PARA EL DÍA NACIONAL DEL ENFERMO

“La caridad de Dios siempre nos apremia a practicar nuestro amor a los enfermos” comienza diciendo monseñor Martín Fassi, Obispo auxiliar de la Diócesis de San isidro, en su mensaje para el Día Nacional del Enfermo. Refiriéndose luego a la importancia de acercarse al enfermo para comprender su dolor, el Obispo expresa que: “Podemos practicar la caridad sin amor; en la atención al enfermo quizá lo estoy atendiendo en una manera perfecta, pero puede faltar humanidad”   “Den gratuitamente lo que han recibido gratuitamente”, nos dice el Papa Francisco para esta Jornada”, dice monseñor Fassi, citando el lema elegido para este Día, y continúa diciendo: “Estamos invitados a llenar los gestos con los enfermos, por eso, desde la lógica del Evangelio, estamos invitados a superar más allá de todo lo que pueda ser la excelencia en la atención a los enfermos, a superar desde la Pastoral de la Salud, la perfecta organización, para llenar de humanidad todas las ideas, los programas, las atenciones profesionales hacia el enfermo” Este objetivo se alcanza, según monseñor Fassi: “Poniéndome en el lugar del enfermo, como hacía Jesús, que para lograrlo, comenzaba siempre con una pregunta: “¿Qué puedo hacer por vos?”, para poder entrar en comunión con su dolor y cuando esto sucede, sorprendentemente, ambos somos sanados”. El Obispo cierra su mensaje diciendo: “Demos gratuitamente, desde un corazón voluntario, para recibir gratuitamente y se nos sane nuestro propio corazón”.

Papa Francisco, Audiencia (10.VI.2015)

Cuántos cristianos dan testimonio también hoy, no con las palabras, sino con su vida radicada en una fe genuina, y son «ojos del ciego» y «del cojo los pies». Personas que están junto a los enfermos que tienen necesidad de ayuda para lavarse, para vestirse, para alimentarse.

El tiempo que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo. Es alabanza a Dios, que nos conforma a la imagen de su Hijo. − Salir de sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque estamos apremiados por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del otro.

Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial del Enfermo

− Con ocasión de la XXVII Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará solemnemente en Calcuta, India, el 11 de febrero de 2019, la Iglesia, como Madre de todos sus hijos, sobre todo los enfermos, recuerda que los gestos gratuitos de donación, como los del Buen Samaritano, son la vía más creíble para la evangelización. El cuidado de los enfermos requiere profesionalidad y ternura, expresiones de gratuidad, inmediatas y sencillas como la caricia, a través de las cuales se consigue que la otra persona se sienta “querida”. − Frente a la cultura del descarte y de la indiferencia, deseo afirmar que el don se sitúa como el paradigma capaz de desafiar el individualismo y la contemporánea fragmentación social, para impulsar nuevos vínculos y diversas formas de cooperación humana entre pueblos y culturas. − La acción de donar no se identifica con la de regalar (…). Se diferencia de la acción de regalar precisamente porque contiene 15 el don de sí y supone el deseo de establecer un vínculo. El don es ante todo reconocimiento recíproco, que es el carácter indispensable del vínculo social. En el don se refleja el amor de Dios, que culmina en la encarnación del Hijo, Jesús, y en la efusión del Espíritu Santo. − En esta circunstancia de la solemne celebración en la India, quiero recordar con alegría y admiración la figura de la santa Madre Teresa de Calcuta, un modelo de caridad que hizo visible el amor de Dios por los pobres y los enfermos. Como dije con motivo de su canonización, «Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. (…) Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes (…) de la pobreza creada por ellos mismos. La misericordia ha sido para ella la “sal” que daba sabor a cada obra suya, y la “luz” que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento. Su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres» (Homilía, 4.IX.2016).

− Santa Madre Teresa nos ayuda a comprender que el único criterio de acción debe ser el amor gratuito a todos, sin distinción de lengua, cultura, etnia o religión. Su ejemplo sigue guiándonos para que abramos horizontes de alegría y de esperanza a la humanidad necesitada de comprensión y de ternura, sobre todo a quienes sufren.

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