¡¡¡Hagamos un año nuevo!!!

Santa María, Madre de Dios; que la Virgen María sea Madre.

Santa María, Madre de Dios; que la Virgen María sea Madre.

Volvemos la mirada a las figuras de la Virgen y San José.

Un escritor español cuenta una leyenda cuya parte verdadera es el relato bíblico de José y la Virgen en el pesebre. Una mujer con su niñito recién nacido en brazos, al no haber podido pagar los impuestos la echaron de la casa donde vivía y la perseguía la policía, va desesperada por el campo y se lleva por delante el pesebre donde estaban José, María y el Niño.

Les pide si puede pasar la noche allí. José y María ayudan a la mamá con el niño y la mujer, muy cansada, se acuesta y se queda dormida. La Virgen entonces, cuida y alimenta al niñito, y  mientras le está dando el pecho se da cuenta que, arriba de la rodilla, tiene un lunarcito en forma de flor de lis. Le llamó la atención y le quedó. Como dice el Evangelio: “…guardaba todas estas cosas en su corazón”, y así le quedó el recuerdo de aquel niño. Dice la leyenda que aquella mujer pasó dos o tres noches allí, y cuando creyó superado el peligro finalmente se despidió de José y María, quienes nunca más la volvieron a ver.

Este relato pasa de este momento al momento de la Cruz. La Virgen al pie de la cruz donde está clavado el Señor, escucha el diálogo de Jesús con aquel hombre, el mal ladrón, que lo insulta porque no baja de la cruz y con el otro hombre, el buen ladrón que le pide perdón y le dice: “Señor, acuérdate de mí cuando estés en el paraíso”, y a quién el Señor le contesta: “esta misma tarde estarás conmigo en el paraíso.”

En aquel momento la Virgen vuelve sus ojos a ese ladrón que le pide misericordia al Señor, y al levantar la mirada descubre, arriba de la rodilla del malhechor, aquél lunarcito en forma de flor de lis de aquel niñito que cuidó treinta y tres años atrás en el pesebre donde había nacido Jesús.

Así es la memoria y el cariño de la Virgen por nosotros.

Cuando en la niñez y a lo largo de la vida uno se deja cuidar por Dios y la Virgen, la circunstancias nos pueden alejar mucho, hasta el punto de dejar de vernos, pero en el corazón de la Virgen siempre hay un momento para volver a encontrarse y para reconciliarnos con el Hijo, aún cuando sea el último minuto, como en este caso con este ladrón.

Esta imagen bellísima, donde la cruz está unida al pesebre y donde la Virgen había guardado en su corazón la memoria de aquel niño que salvó cuando nació, nos ayude, en esta Navidad, a recuperar esa ternura, ese cariño, ese ponernos una vez más personal y familiarmente en las manos de Jesús y de la Virgen.

Meditación en el ocaso de un 31 de Diciembre

La tarde de un 31 de Diciembre siempre es ocasión de gracia para detenernos para pensar, para volvernos al Dios Amor y volvernos a nuestro corazón para preguntarnos:

¿Cómo he vivido este tiempo, este año, que la misericordia del Señor me ha regalado?

¿He crecido en su Amor, en su alabanza, en su conocimiento…?

¿He crecido en mi capacidad de dar amor a mis hermanos, he crecido en mi perdón, en mi lucha contra el orgullo y el egoísmo?

Si en esta misma tarde el Señor me llamara a su presencia: ¿Cómo me presentaría ante El? ¿Estarán mis manos y mi corazón vacíos de su Amor? Detenernos a pensar…

Mirar a ese Jesús, reclinado en la pobreza del pesebre…

Mirar al Señor del tiempo y de la eternidad hecho una criatura que llora.

Mirar a ese Niño en cuyas manos benditas está toda mi vida…

Detenernos a pensar…¿qué puedo ofrecerle de este año que se me va de las manos, de esta vida que se me va de las manos…como granitos de arena que caen silenciosamente de unas manos abiertas…

¿Qué he hecho con el tiempo que se me ha concedido? ¿Dónde ha estado mi corazón?

Tal vez, un corazón sumergido en las cosas, en los proyectos, en las ambiciones, en las vanidades, en las esclavitudes de las pasiones…

Todo eso cae, pasa como pura sombra… Todo se pasa, el mundo y sus vanidades se disipan como el humo…sólo permanecerá para siempre, sólo subsistirá para siempre lo que se haya apoyado en Jesús…

Sólo permanecerá lo que se haya hecho por Su Amor, con El y por El.

¿En cuántas mañanas de este año que se desaparece hemos podido hacer ofrenda de nuestra vida y decir confiadamente:

  • yo te ofrezco todo lo que soy y tengo, te ofrezco todas mis acciones, trabajos, penas, aflicciones y alegrías…Soy todo tuyo, quiero vivir este día en unión al Amor Jesús.
  • Por las manos de María, en el Amor del Corazón de Jesús me doy a Ti junto con todos los que compartirán conmigo este día que me regalas…

Es tan simple…¿Por qué en el nuevo año que empezamos no tratamos de vivir este ofrecimiento?

Este ofrecimiento lo podemos renovar en cada latido del corazón durante el día, en breves jaculatorias por ejemplo: ante un dolor, ante una contrariedad, ante un gozo, ante un esfuerzo, ante lo que nos cuesta: Es por tu Amor Dios mío. Es por tu Amor Jesús mío…

Por Jesús y por mis pobres… Madre Teresa

Todo lo que no hemos vivido por Jesús, en Jesús y para Jesús de nada nos vale en esta tarde de 31 de Diciembre. Pero se lo ofrecemos a Jesús.

Incluso aquello que lo vivimos mal hoy se lo podemos entregar al Niño con infinita confianza…con infinita entrega. Jesús no tiene miedo del barro y de la bosta del pesebre de nuestros corazones…sólo pide un pesebre, sólo pide una puerta, la puerta del corazón para entrar.

Por esto ante el ocaso de un año, pongamos en las manitos del Niño Jesús

  • los nudos de nuestra existencia,
  • las cosas que hemos realizado a medias,
  • las acciones hechas sin recta intención,
  • las obras de misericordia realizadas con tanta tibieza como flores casi marchitas..

“Jesús… Todo lo que no ha sido hecho por Vos y con vos está vacío.

Ayúdame a marcar todo lo vivido en este año con el sello de un amor agradecido.

Sólo lo que está marcado con el Sello de tu Amor permanecerá. Ayúdame a comprender que la vida es cosa seria, que cada minuto se me regala para que pueda echar más y más mis raíces en Vos.

Ayúdeme a recibir, como venidos directamente de tu amor, la alegría o el dolor.

Ayúdame a grabar hondamente esta verdad en mi corazón: ¡Todo se pasa!  En la tarde de la vida sólo queda el Amor…”

Pongamos en las manos del Niño Jesús el nuevo año, este tiempo de gracia y misericordia que nos concede el Señor…Qué las manos del Niño nos defiendan, nos guarden, nos guíen y recreen día a día…Qué en este año que comienza seamos más dóciles, instrumentos vivos de su salvación, en las manos del Niño Jesús. La Madre de Dios nos muestre día a día el Amor tierno y fuerte de su Emmanuel, el Dios con nosotros.

Meditación en un amanecer luminoso de un 1° de enero

Quiero considerar este año nuevo, Jesús, como una página en blanco que tu Padre me presenta y en la cual irá escribiendo día a día lo que haya dispuesto de mí, en sus divinos designios.

Yo desde este momento escribo en la cabecera de la primera página con absoluta confianza: ¡Señor, haz de mí lo que quieras!

Y al final de esta página en blanco, de esta misma página, pongo ya el Amén, el sí de mi aceptación a todas las disposiciones de tu Amor yde voluntad divina.

Jesús, desde este momento, sí a todas las alegrías, a todos los dolores, a todas las gracias, a todas las fatigas que has preparado para mí y que día a día irás descubriendo en mi vida.

Haz que mi Amén sea el Amén de la Pascua, seguido siempre por el Aleluya, esto es, pronunciado con todo el corazón, con la alegría de una completa entrega.

Dame tu amor y tu gracia y no necesitaré otra cosa para ser rico. Sor Carmela del Espíritu Santo

“En la tarde de la vida sólo queda el Amor…”

Santa María, Madre de Dios Liturgia https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/1-1-2020/

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