Memoria-gratitud-andá y hacé por tu hermano lo mismo que Jesús hace por vos… Es Navidad

Cada Navidad es distinta; no por el misterio de amor que celebramos… sino por como estoy y como me siento yo en esta Navidad. Generar un lugar y un espacio de memoria y gratitud a la vida y la entrega de tantas religiosas del Instituto de las Hermanas de Nuestra Señora del Rosario de Buenos Aires, en nuestra Comunidad del Tigre.

Nuestra vida, hoy, es un gigantesco pesebre viviente…  Están y estamos todos y ninguno sobra: los padres y madres, los hijos, las mujeres que llevan jarras de agua a los niños que juegan, mayores y niños, el de capacidades  diferentes, ese ángel, que cuida un enfermo, el parado que busca trabajo, la religiosa, el sacerdote, las catequista, los que ahora no están, pero nunca se olvidan, el que esperamos que vuelva porque hace tiempo se fue… En el nuevo Belén iniciado por Jesús hay espacio para todo lo que es humano y para toda criatura.

Nuestra vida, también hoy, es un gigantesco pesebre viviente…de  nuestras cenizas y escombros.  

  • un pesebre donde vivimos y donde vive nuestra gente; casas donde se vive en la indigencia, la soledad, la exclusión; casas en las que la luz ilumina la pobreza material y espiritual;
  • un pesebre del dolor de matrimonios que se separan y de los niños que sufren;
  • un pesebre donde tantos son “no queridos”, no valorados ni tenidos en cuenta;
  • un pesebre donde no hay perdón ni reconciliación; un pesebre donde no habrá alegría porque la violencia irracional les ha matado a sus seres queridos;
  • un pesebre donde se vive con miedo por la inseguridad, los robos, la violencia, la corrupción y la droga; donde se vive con miedo por no conseguir trabajo o por la posibilidad de perderlo…
  • un pesebre que es la casa y la Capilla arrasados por el fuego del incendio; un pesebre marcado por los que no están y nunca se olvidan.   

Como respuesta del amor de Dios para mí pesebre de cenizas y escombros… hoy nos ha nacido un Salvador, que nos sonríe con ¡rostro de Niño y corazón de Dios!

La Nochebuena es la noche de los niños y de los pobres; es la noche de los que vigilan despiertos, porque no pueden dormir esperando  un regalo, un poco de luz y consuelo para tantas cenizas y despojos…

La Nochebuena, ¡es la noche de los regalos!

“¡Dime qué regalas, y te diré quién eres!” Cada uno de nosotros se manifiesta por lo que regala. A Dios le pasa lo mismo. No solo nos hace un gran regalo, sino que el Tata-Dios se nos regala en la persona de su Hijo muy querido, que se nos presenta como un niño envuelto en pañales y con aroma de pesebre.

Es difícil amigarnos con los momentos difíciles y con los fracasos pero, como en la leyenda, son las cenizas de las que podremos resurgir.

Este resurgir es la gracia de rehacerse… Dios se nos regala en la persona de su Hijo muy querido, pero nosotros debemos hacer algo: memoria-gratitud-andá y hacé por tu hermano lo mismo que Jesús hace por vos.  

Una persona sin memoria no será agradecida; sin una memoria agradecida no encontraremos el valor de nuestra vida ni el sentido de nuestro “hacer hoy” 

En una cultura que se lleva puesta todos los valores y creencias es más urgente nuestra memoria agradecida, como punto de referencia de lo que nos hace personas y familias verdaderamente felices.

La gratitud ablanda el corazón para aceptar nuestra debilidad, lo vulnerable, lo discapacitado, lo pobre que soy; y desde mi naturaleza de mendigo ante Jesús y mis hermanos, nace la única súplica que nos sana: Jesús te necesito; hermano te necesito.  Solo cuando seamos capaces de vivir el “gracias” y el “te necesito” empezaremos a sanarnos, a cuidar y disfrutar de la vida. 

Nochebuena nos proclama la ternura de Dios. Contemplando a ese Dios hecho niño enamorado de nuestra pequeñez, te pregunto: ¿qué tal la ternura de Dios con vos? ¿te dejas acariciar por esa ternura de un Dios que te quiere y se hecho ternura? o ¿sos áspero y no te dejas buscar por ese Dios?

No es lo más importante que busques a Dios, sino que te dejes buscar por Él en la caricia en la ternura. ¿Nos dejamos querer por esa ternura?; ¿Vos te animás también a hacerte ternura para toda situación difícil, para todo problema humano, para quien tenés cerca?

¿Me hago cargo en mis comportamientos de esa ternura que nos tiene que acompañar a lo largo de la vida, en los momentos de alegría, de tristeza, de cruz, de trabajo, de conflicto, de lucha?

No llores por lo que perdiste, lucha por lo que te queda.

No llores por lo que ha muerto, lucha por lo que ha nacido en vos.

No llores por quien se ha marchado, lucha por quien está con vos.

No llores por quien pone palos en la rueda, lucha por quien te quiere.

No llores por tu pasado, lucha por tu presente. No llores por tu sufrimiento, lucha por tu felicidad.

Porque es Navidad cada vez que permitís a Jesús renacer en vos para darlo a los demás.

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